“Educar ya no significa transmitir y memorizar información”


Es titulada en Publicidad y Relaciones Públicas, autora de ‘Educar el Talento: guía para desarrollar nuevas habilidades en jóvenes y niños’ y fundadora de la web Original Leaders. Sara Moraleja nos da claves para descubrir el talento de cada estudiante y fomentar las ‘soft skills’.

Sara Moraleja tiene muy claro que la Cuarta Revolución Industrial ya está aquí y que los estudiantes, que serán los adultos del mañana, cuentan con multitud de posibilidades para encabezarla. Una idea que desarrolla en su libro ‘Educar el Talento: guía para desarrollar nuevas habilidades en jóvenes y niños’.

En esta entrevista nos habla sobre el potencial de las ‘soft skills’, las denominadas habilidades blandas, las metodologías que mejor se adaptan a ellas y cuál es su papel en el aula para que el alumnado aproveche todo su talento. 

En su libro ‘Educar en el talento’: guía para desarrollar nuevas habilidades en jóvenes y niños’, habla sobre la Cuarta Revolución Industrial. ¿En qué consiste y de qué forma influye en el ámbito educativo?

El concepto de Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0. hace referencia al conjunto de transformaciones que están teniendo lugar en nuestra sociedad y que están cambiando nuestros hábitos de consumo, estilo de vida, formas de trabajar y relacionarnos… Desde que Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial (FEM), popularizara el término en el año 2016, no hemos parado de leer o escuchar noticias relacionadas con ello. Tanto es así que el hecho de que los robots se incorporen a colaborar con los humanos en las organizaciones ya no nos resulta algo exclusivo de la ciencia ficción, sino más bien una realidad factible y cercana. 

Y esto influye, por supuesto, en la educación. ¿Qué deberían aprender los niños hoy en la escuela? ¿Cómo preparamos y formamos a la generación de la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la impresión 3D, los coches autónomos, la robótica o el Big Data? El reto es complejo para educadores, familias, aprendices e instituciones. Desde mi punto de vista, lo más importante es que todos ellos tomen consciencia que el aprendizaje ya no está limitado a un espacio y un tiempo, que educar no significa meramente transmitir y memorizar información, y que es vital apostar por pedagogías que desarrollen íntegramente el ser humano. 

Esta nueva etapa está cargada de oportunidades y posibilidades que únicamente podrán ser aprovechadas con éxito si los individuos están preparados no sólo intelectualmente, sino emocional y socialmente. Esta Industria 4.0. demanda que el propósito fundamental de la educación sea la de facilitar herramientas para que las personas puedan descubrir y cultivar sus talentos con el objetivo de ponerlos a servicio de la comunidad.

¿Qué habilidades debe adquirir un estudiante para afrontar su vida y desempeñar los trabajos del futuro?

Hace una década, estudiar una carrera y un máster ofrecía una alta probabilidad de conseguir un buen puesto de trabajo y una cierta seguridad económica para realizar unos planes de vida. Ahora prácticamente nadie se atrevería a asegurarle eso mismo a ningún joven en edad de elegir un camino profesional (en empresa privada). 

Y es que el nuevo paradigma está exigiendo adaptar los puestos de trabajo: unos desaparecen y otros diferentes surgen. Por esta razón, entrenar las habilidades blandas o ‘soft skills’, como por ejemplo, la creatividad, el autoliderazgo, la resiliencia, el pensamiento crítico, la proactividad, la capacidad de aprendizaje, la toma de decisiones o el trabajo en equipo, se ha convertido en una tarea urgente. 


Estas habilidades no son sólo importantes para conseguir fluir en este entorno líquido en el que nos movemos, sino que además representan una oportunidad única para apostar por el potencial humano. Si los robots pueden procesar la información más rápido, gestionar datos con mayor precisión o realizar diversas actividades mejor que nosotros… ¿para qué o por qué vamos a competir con ellos? ¡Rescatemos la parte más humana! Aquella que nos hace imaginar, construir o compartir. Eduquemos para que los estudiantes desarrollen sus habilidades blandas y descubran sus talentos, de este modo, tendrán más posibilidades para conocerse a sí mismos, ser felices y aportar valor a la sociedad.

¿Qué papel tiene el talento en el proceso?

Según la RAE, el talento se define como inteligencia, aptitud o capacidad para realizar una determinada actividad. Se puede tener talento para cosas muy diferentes e incluso personas talentosas en un mismo ámbito resultan mostrar su don de forma muy distinta, también. Esto es normal porque cada uno de nosotros es único, es original. De hecho, el desarrollo del talento junto al entrenamiento de las habilidades blandas es primordial para adaptarnos con éxito al contexto de la Cuarta Revolución Industrial. En este sentido, fomentar estudios vocacionales y la búsqueda de intereses y pasiones debería ser una meta educativa. 


Muchas personas que terminan su formación no son conscientes de sus fortalezas, y lo que es peor, no disponen de las herramientas para hallarlas. Otras, invierten años en carreras por las que no sienten simpatía pero que ‘tienen salida’, y a larga causan frustración y bajo desempeño. En el nuevo mercado laboral, la demanda se dirige hacia los emprendedores y los trabajadores apasionados, que gestionen sus talentos, fortalezas y debilidades, y ofrezcan soluciones creativas a los desafíos profesionales.



¿Qué aporta a los alumnos el autodescubrimiento de las ‘soft skills’?

Educar con el enfoque puesto en las ‘soft skills’ sirve para que los alumnos aprendan a desarrollarse y crecer como personas. A auto-liderarse. Y además, a promover una mejor calidad de vida. Estas habilidades son útiles para trabajar, pero también para vivir, porque los alumnos aprenden a relacionarse y comunicarse asertivamente con los demás cultivando vínculos afectivos más positivos, identifican mejor sus emociones, gestionan conflictos eficazmente, encuentran más soluciones creativas a sus problemas, se muestran respetuosos y dispuestos a enriquecerse con diversos puntos de vista, apuestan por seguir hábitos saludables, y en general, se sienten más seguros, motivados y capaces.

¿Cuál es la metodología que mejor fomenta el desarrollo de estas habilidades?

Para entrenar las habilidades blandas necesitamos apostar por metodologías activas que pongan al aprendiz en el centro de su propio aprendizaje y les invite a crear, experimentar, investigar y cooperar. En la actualidad, tenemos a nuestra disposición gran variedad de propuestas:la clase invertida (Flipped Classroom),  el Aprendizaje Servicio, Design Thinking, Aprendizaje Basado en Proyectos, en problemas, en retos, en eventos… e, incluso, el tradicional y apreciado juego. 

“Las personas polivalentes, amantes del aprendizaje 
y concienciadas con que los errores son oportunidades, 
tendrán más opciones para encontrar su camino y ser felices”

Aunque cada método tiene sus características, todos comparten el mismo objetivo: encender la curiosidad, emocionar y activar a los estudiantes para que se produzca un aprendizaje significativo y duradero. Asimismo, es vital que la escuela recuerde conectar con el entorno en el que se desenvuelve y ofrezca a los alumnos la posibilidad de contribuir en proyectos reales con impacto social. De esta manera, los alumnos perciben que su aprendizaje ‘sirve para algo’ y se sienten más motivados y comprometidos.



Soft-skills-alumnos
¿De qué forma influye la Inteligencia Emocional en las ‘soft skills’?

La Inteligencia Emocional nos ofrece dos visiones: interna y externa. La primera está relacionada con aspectos intrapersonales como el autoconocimiento, la autorregulación emocional y la automotivación. Y la segunda, pone su foco en la perspectiva interpersonal resaltando la empatía y las relaciones sociales. Un ejemplo sencillo de cómo puede influir la Inteligencia Emocional en el entrenamiento de algunas ‘soft skills’ lo encontramos en la ‘gestión de conflictos’ o ‘destreza de negociación’ cuando tratamos con otras personas. Se espera que un individuo emocionalmente inteligente sea capaz de alcanzar acuerdos más equilibrados y productivos, que otro que no conozca sus puntos débiles o carezca de la suficiente empatía.

Un polímata es un individuo capaz de gestionar y mezclar conocimientos de distintas disciplinas (arte, finanzas, tecnología…) ¿Es necesario educar a los estudiantes para que se conviertan en uno? ¿Cómo se puede hacer?

Los polímatas son curiosos y creativos. Tienen una destreza especial para entrelazar conocimientos y crear alternativas nuevas. Se convierten en líderes porque sus aportaciones son únicas al ser producto de su ‘saber hacer’ polifacético. En mi opinión, educar en polimatía sería beneficioso para el propio individuo y la sociedad en general. Recordemos que estamos viviendo una etapa transformadora que ya nos ofrece y nos ofrecerá un futuro lleno de nuevas posibilidades, así que las personas polivalentes, amantes del aprendizaje y concienciadas con que los errores son oportunidades, tendrán más opciones para encontrar su camino y ser felices.

“Es vital que la escuela recuerde conectar con el entorno
 en el que se desenvuelve y ofrezca a los alumnos la posibilidad d
e contribuir en proyectos reales con impacto social”

El sistema educativo siempre ha favorecido la especialización y tiende a separar los conocimientos por asignaturas como apartados independientes. Para fomentar la polimatía habría que apostar, primero, por metodologías activas como el Aprendizaje Basado en Proyectos, y después, mostrarse a los alumnos como un ejemplo vivo a seguir, proponiendo ejercicios que estimulen el pensamiento divergente, la libertad de creación, o impulsando el consumo de diverso contenido (por ejemplo, usando los MOOCs) científico, artístico, filosófico, tecnológico, relacionados con hábitos de salud física y psicológica, idiomas… 



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